31 marzo 2018

Gentes de China

Es un día algo gris en el que la primavera aún no ha mostrado su acción renovadora sobre la naturaleza vegetal.  Lo mejor de la Gran Muralla son los miles de chinos que, procedentes de todas la provincias del país, inundan cada día sus escalinatas.  Orgullosos de la grandeza de su pasado ante la magnitud de la Muralla, dan cumplimiento a uno de los sueños que dan sentido a una vida de esfuerzo y abnegación.  Con satisfacción, compensan aquí los miles de días dedicados al trabajo, es uno de los grandes momentos de sus vidas y eso se nota.


Poner el pié en la Gran Muralla es el gran acontecimiento para todas estas personas con las que estamos compartiendo esta vivencia.  El orgullo y la importancia de este momento vital quedan reflejados en sus caras de satisfacción y en sus ansias por inmortalizar este día a través de los retratos familiares y las fotografías de la Muralla.  Fotografías que enviarán a todos sus conocidos y decorarán, a partir de ahora, el punto central de la estancia principal de sus casas.


Muy presentes están los niños en las grandes ciudades chinas. Los vemos siempre acompañados de sus madres y observamos un intenso rigor en el nivel de exigencia que se ejerce sobre ellos desde la institución familiar. Se respira un espíritu competitivo y de superación continua que va a acompañar al niño durante toda su etapa educativa, tanto dentro como fuera de la escuela.






El la proximidad del Palacio de Verano, en Beijing, nos encontramos esta escena: un padre transporta a su niño de pocos meses con su bicicleta de transporte con un remolque en el que ha dispuesto unos sacos y elementos mullidos de lana de oveja para simular el confort de un colchón.




En la Ciudad Prohibida nos cruzamos con esta niña, ataviada con esta maravillosa combinación de leyenda y modernidad. No pude sucumbir a la tentación de inmortalizar mediante mi cámara su sonrisa mellada. 


A los niños algo más mayores les encanta fotografiarse con los extranjeros europeos y subir a las redes sociales lo que se considera como un gran triunfo personal que será la envidia de sus amigos y seguidores. Sus rostros en la foto reflejan la sensación de triunfo y la emoción de esta gran vivencia.



Con todo y eso, lo que más llama la atención en las ciudades chinas son los jóvenes y su modernidad.  Los jóvenes son serios y trabajadores, lo cual no impide un punto de concesión a las tendencias en el vestir a las tribus urbanas.


Otra faceta de las gentes de China es su vida en grupo. La tribu se transforma en grupo y mimetiza automáticamente sus pautas, su vestimenta, su actitud y su forma de actuar. Les gusta disfrazarse con los distintivos de su etnia, en un país que cuenta con varias decenas de etnias diferentes.



 

Viajan juntos, en grupos definidos por su edad y su ciudad de origen.  Bailan juntos en cualquier zona tranquila de una calle en su ciudad.




A los chinos les gusta fotografiar, fotografiarse y no les importa que les fotografíen. No hay más remedio en unas aglomeraciones tan grandiosas de persona en unas ciudades en las que resulta imposible sacar una fotografía sin gente.  Tuve la suerte de poder captar una sesión de fotografía de una pareja en el día de su boda con el Templo del Cielo como escenario de fondo.  Todo un lujo de escena.


Pero lo que sobre todo hay en las grandes ciudades de China es gente normal, gente que trabaja, gente que espera, que se mueve de un sitio hacia otro, gente mayor, jóvenes, …  configurando la gran vitalidad de estas urbes.





























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