Arropado bajo los vestigios altivos del siglo de Pericles, el típico y popular barrio de Plaka vive ajeno a los embotellamientos y al cemento. Este viejo barrio de callejuelas llenas de flores con casas recperadas bien merece una visita por su pintoresquismo colorista, sus iglesias de noble pátina y sus antiguos monumentos.
Es un domingo de mayo de 2013, por la tarde, reconozco que no tenemos grandes expectativas en relación con este paseo por los barrios más turísticos de una Atenas golpeada por la crisis. Para llegar a Plaka, tomamos la línea verde del metro en la estación de Kifissia que se encuentra a un cuarto de hora a pie de nuestro hotel; nuestro destino es la estación de Manastikari. De entrada la parada del metro de Kifissia se encuentra prácticamente vacía.
Plaka se ubica unas calles más allá de la salida de la estación del metro de Monatiraki, caminando en dirección a la Acrópolis y sigue siendo la villa humilde y anárquica que se extiende sobre la ladera norte de la colina.
A la salida del metro nos encontraremos, en la misma plaza, el rastro que se despliega cada día en esta plaza entre las nueve de la mañana y las cuatro de la tarde. Aquí se percibe el pasado turco de esta zona. La antigua Mezquita del Mercado o de Dzami Tou Parazou domina la plaza. Como ya hemos sobrepasado la hora de cierre, solamente quedan los últimos comercios abiertos, todos ellos muy orientados a obtener unos cuantos euros de los turistas rezagados.
Siguiendo en dirección a la Acrópolis, iniciamos una pendiente por la calle Eolou, en la que dejamos a nuestra izquierda la Biblioteca de Adriano, decorada con una columnata de orden corintio.
En esta calle, a la derecha, se encuentra una pequeña iglesia ortodoxa llamada Haghios Elyséos que recomiendo visitar aunque no está permitido hacer fotos y, por tanto, no la puedo mostrar a mis lectores.
Siguiendo por la misma calle Eolou, encontramos el Ágora Romana, el antiguo foro construido en el s. VI a.d.C, el centro de la vida pública en la época clásica, que no debe confundirse con el Ágora Griega.
Una de las construcciones más importantes que quedan en pie es la Torre de los Vientos, de forma octogonal, con frisos que representan los ocho dioses romanos de los vientos.
Si visitamos el Ágora, sus monumentos principales son: La stoa de Attalos, la Iglesia de los Santos Apóstoles, el templo de Hefesto (el templo dórico mejor conservado de Grecia)
Si continuamos con la ascensión, se agudizará el contraste entre el bullicio de las zonas precedentes y la paz que se respira en las zonas mas elevadas del barrio.
Atravesamos las abundantes y animadas tabernas turísticas de la escalinata que sube por la calle Mnisikleous.
Si giramos a la derecha para encontrar la Taberna Platanos (Diogenous, 4), se trata de un local con solera donde sirven cocina tradicional griega a buen precio y que se encontraba cerrado en domingo. Pero si queremos un local con historia y con la calma necesaria para saborear una larga carta de postres e infusiones, debemos hacer una pausa en el Café Melina (Lisiou, 22), cuya decoración está basada en la figura de Melina Mercouri, actriz y política griega.
Otro de los tesoros que Plaka esconde es el empinado sector de Anafiotica, un laberinto de calles sinuosas y apacibles, enmarcadas por diminutas casas de colores.
Ya de regreso a Monastikari, si durante el día el protagonismo es para las tiendas de recuerdos y joyerías, al llegar la noche la actividad del barrio se traslada a los bares, tabernas y restaurantes.
Las terrazas y locales de Monastikari son el paraíso del souvlaki, la popular brocheta griega de piezas de carne intercalada con verduras. Las terrazas suelen estar amenizadas por músicos tocando el bouzouki, un instrumento de cuerda similar al laúd.
Para cenar, una buena opción es O Telis, en Espirou, 86. Suele estar abarrotado de gente, por sus chuletas a buen precio.
En mi caso, cené en un gran restaurante con un excelente decorado iluminado a mis espaldas.
Es un domingo de mayo de 2013, por la tarde, reconozco que no tenemos grandes expectativas en relación con este paseo por los barrios más turísticos de una Atenas golpeada por la crisis. Para llegar a Plaka, tomamos la línea verde del metro en la estación de Kifissia que se encuentra a un cuarto de hora a pie de nuestro hotel; nuestro destino es la estación de Manastikari. De entrada la parada del metro de Kifissia se encuentra prácticamente vacía.
Plaka se ubica unas calles más allá de la salida de la estación del metro de Monatiraki, caminando en dirección a la Acrópolis y sigue siendo la villa humilde y anárquica que se extiende sobre la ladera norte de la colina.
A la salida del metro nos encontraremos, en la misma plaza, el rastro que se despliega cada día en esta plaza entre las nueve de la mañana y las cuatro de la tarde. Aquí se percibe el pasado turco de esta zona. La antigua Mezquita del Mercado o de Dzami Tou Parazou domina la plaza. Como ya hemos sobrepasado la hora de cierre, solamente quedan los últimos comercios abiertos, todos ellos muy orientados a obtener unos cuantos euros de los turistas rezagados.
Siguiendo en dirección a la Acrópolis, iniciamos una pendiente por la calle Eolou, en la que dejamos a nuestra izquierda la Biblioteca de Adriano, decorada con una columnata de orden corintio.
En esta calle, a la derecha, se encuentra una pequeña iglesia ortodoxa llamada Haghios Elyséos que recomiendo visitar aunque no está permitido hacer fotos y, por tanto, no la puedo mostrar a mis lectores.
Siguiendo por la misma calle Eolou, encontramos el Ágora Romana, el antiguo foro construido en el s. VI a.d.C, el centro de la vida pública en la época clásica, que no debe confundirse con el Ágora Griega.
Una de las construcciones más importantes que quedan en pie es la Torre de los Vientos, de forma octogonal, con frisos que representan los ocho dioses romanos de los vientos.
Si visitamos el Ágora, sus monumentos principales son: La stoa de Attalos, la Iglesia de los Santos Apóstoles, el templo de Hefesto (el templo dórico mejor conservado de Grecia)
La imagen lejana del Partenón se impone sobre proyecta el barrio por la tarde, una de las mejores vistas de la Acrópolis se obtiene desde las calles peatonales del centro, un delicioso paseo que nace del Ágora Romana.
Si continuamos con la ascensión, se agudizará el contraste entre el bullicio de las zonas precedentes y la paz que se respira en las zonas mas elevadas del barrio.
Atravesamos las abundantes y animadas tabernas turísticas de la escalinata que sube por la calle Mnisikleous.
Si giramos a la derecha para encontrar la Taberna Platanos (Diogenous, 4), se trata de un local con solera donde sirven cocina tradicional griega a buen precio y que se encontraba cerrado en domingo. Pero si queremos un local con historia y con la calma necesaria para saborear una larga carta de postres e infusiones, debemos hacer una pausa en el Café Melina (Lisiou, 22), cuya decoración está basada en la figura de Melina Mercouri, actriz y política griega.
Otro de los tesoros que Plaka esconde es el empinado sector de Anafiotica, un laberinto de calles sinuosas y apacibles, enmarcadas por diminutas casas de colores.
Ya de regreso a Monastikari, si durante el día el protagonismo es para las tiendas de recuerdos y joyerías, al llegar la noche la actividad del barrio se traslada a los bares, tabernas y restaurantes.
Las terrazas y locales de Monastikari son el paraíso del souvlaki, la popular brocheta griega de piezas de carne intercalada con verduras. Las terrazas suelen estar amenizadas por músicos tocando el bouzouki, un instrumento de cuerda similar al laúd.
En mi caso, cené en un gran restaurante con un excelente decorado iluminado a mis espaldas.