Mostrando entradas con la etiqueta Botswana. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Botswana. Mostrar todas las entradas

Imagine Africa

Con Carlos he compartido algunos viajes. No muchos. Alguna reunión con el “management” de la región mediterránea (Italia, Grecia, Francia, Marruecos, Suiza, etc., que yo recuerde ahora) y últimamente algunos más visitando clientes en España y Portugal.

Es precisamente durante el viaje de regreso a Madrid de su despedida y de mi presentación en Portugal que Carlos nos contó (a Virginia y  a mi) en la cola de embarque en aeropuerto de Lisboa un viaje maravilloso. El viaje que había realizado con su nieto el fin de semana anterior.

Un viaje a un país muy lejano. Un viaje lleno de aventuras. Un viaje lleno de emociones (en mayúsculas).

No recuerdo de que estábamos hablando, pero Carlos nos acabó contando su tarde de “abuelo” cuidando de su nieto el fin de semana anterior.

Nos contó su último viaje a África a través de las fotografías que miraban junto a su nieto en su ordenador. ¡Un viaje a África en toda regla! Un viaje ataviados con vestidos de exploradores (literal) y simulando sonidos de lugares insólitos y rugidos de animales salvajes.

África.png

Desde su estudio, con sus fotografías y con la imaginación, abuelo y nieto viajaron a África una tarde de sábado.

Lo más maravilloso, es que a través de su apasionado relato, también viajamos a África Virginia y yo desde la cola de embarque de un avión que nos llevó a Madrid pasando por un continente lleno de animales y aventuras.

Cuando Carlos habla de sus viajes no puede ocultar su pasión por viajar. Le cambia la cara.

En este caso, a su pasión por viajar se le unía su amor por sus nieto. ¡Cóctel explosivo de pasión!

Carlos, gracias por compartir tus pasiones con los demás.

Marc Gómez


¿Qué hacer en el Parque Nacional del Río Chobe, en Botswana?



Chobe es una de las reservas más impresionantes del continente africano, a su gran concentración de grandes mamiferos hay que sumar las más de 450 especies de aves catalogadas en esta zona.  

Pero Chobe es, sobre todo, conocido por sus grandes manadas de elefantes que recorren en libertad cualquier zona del Parque y sus poblaciones limítrofes.



 En 1931 nació la propuesta de crear un parque nacional para proteger la fauna contra su extinción. La reserva fue creada oficialmente en 1960. Siete años más tarde, la reserva fue declarada Parque Nacional y sus límites se han ido ampliando considerablemente desde ese momento.


El parque nacional de Chobe tiene una importante población de elefantes, que ha estado aumentando constantemente durante el siglo XX y se estima actualmente en unos 120.000. El elefante de Chobe es migratorio, realizando migraciones de hasta 200 km desde los ríos Chobe y Linyanti, donde se concentran en la estación seca, hasta las depresiones del sureste del parque, donde se dispersan en la temporada de lluvias.


En el comedor del lodge de Elephants Sands, situado en la linde de la Reserva Nacional, recibimos la visita de un elefante en busca de alimento y, sobre todo de bebida por estar en el final de la temporada seca.

En las proximidades de nuestra tienda de campaña, perfectamente equipada del Elephants Sands, una centena de elefantes merodeaba entre nuestros dormitorios de lona en forma de palafitos. Fue impresionante pasar una jornada (y sobre todo, la noche) entre estos enormes paquidermos.



Además de los elefantes, se puede ver mucha otra fauna en Chobe, especialmente en los meses secos del invierno. Es en estas fechas cuando las grandes concentraciones de búfalos, cebras, jirafas, impalas y otros animales se concentran a lo largo del río para beber. 





El parque nacional de Chobe es un destino importante para el avistamiento de vida salvaje de todo tipo y una opción que el viajero no se puede perder, especialmente los safaris por el río.






Un fantástico desayuno servido en un barco navegando junto a la frontera de Namibia, nos va a permitir observar de cerca la fauna que se acerca o habita en ambas orillas del río Chobe.



¿Cómo pasar un magnífico día en Bostwana, en compañía de unos bosquimanos de una familia "san"?

En Botswana viven más de 45.000 nativos Basarawa o bosquimanos (del afrikaans, boschjesman, "hombre del bosque"), fundamentalmente viven en el desierto del Kalahari, donde se establecieron hace  20.000 años. 



Conocida también con los nombres de san y khoisan, es una de las etnias más ricas que, junto con los pigmeos, son razas pre-negríticas con más de 100.000 años de existencia, las más antiguas de Africa.

Son, desde la antigüedad, cazadores-recolectores, y hablan alguna de las lenguas koisanas, caracterizadas por incorporar un amplio repertorio de chasquidos y cliqueos.


Los bosquimanos constituyen un grupo antropológico totalmente aparte. Algunos estudiosos han llegado a preguntar si no procedían de una rama distinta del homo sapiens y si no tendrían una ascendencia diferente al resto de la humanidad.

De estatura pequeña, sin llegar a ser enanos como los pigmeos, presentan numerosas características "infantiles" tales como la ausencia de barba y finos rasgos en la cara.  Su color de piel, algo amarillento, hizo que se les atribuyera un origen asiático ... pero esta hipótesis ha quedado totalmente abandonada, ya que jamás se han encontrado huellas de tal migración.  Las características físicas de los bosquimanos son a la vez africanas y mongoloides: pómulos salientes, cabellos rizados en "granos de pimienta", ojos rasgados y almendrados...

Parece cierto que, desde la edad de la piedra tallada hasta cerca del siglo XV, los bosquimanos fueron los únicos pobladores del Africa al sur del río Zambeze. 

Numerosas pinturas rupestres, algunas con varios milenios, prueban su antigüedad en estas regiones.  Las pinturas cubren las paredes rocosas y el interior de las grutas que habitaban, en lugares elevados, permitiendo vigilar la proximidad de enemigos o de animales.  Las escenas de caza, los animales y los ritos están muy ampliamente representados en estas pinturas.


A lo largo del s. XVII, los navíos holandeses trajeron nuevos inmigrantes desde la ruta del Cabo de Buena Esperanza. Aquéllos fervientes protestantes penetraban por la selva con la Biblia en una mano y el fusil e la otra y amenazaron seriamente la supervivencia de los pequeños cazadores amarillos. Los terrenos que eran explotables para los colonizadores, eran los de caza de los aborígenes y los bosquimanos veían cómo su caza huía ante los blancos, que roturaban, instalaban ganado y diezmaban las manadas de antílopes con sus armas de fuego.



















Entonces, los bosquimanos fueron empujados hacia el norte, la única dirección posible para encontrar nuevas tierras donde cazar, ya que la caza era su único medio de existencia. Muchos perdieron su vida en este miserable éxodo, en el curso del cual tuvieron que abandonar a los mayores y más débiles. Sus últimas regiones, como ésta en la que estuvimos, en el desierto del Kalahari, de las que nadie les ha echado, lo son porque en ellas, ni los blancos ni los negros podrían criar ganado o cultivar la tierra.  Hoy en día, los bosquimanos todavía viven en las zonas desheredadas de esta zona de África, ya que se adaptaron perfectamente al desierto y aprendieron a sobrevivir a las condiciones y al clima mas extremo: el calor y el sol implacables en invierno y las fuertes lluvias e inundaciones en verano.

Después de unos días en el Delta del Okavango, nos dirigimos a la región del Kalahari en un camión especial, a través de pistas de arena.  En dirección a un campamento de tiendas de campaña que será nuestro punto de encuentro con los bosquimanos.



Una vez allí, intercambiamos muchas historias con Bernard Horton, escritor y empresario galés, famoso por su pericia con arco para cazar grandes animales africanos y por haber fabricado y comercializado una eficaz ballesta de caza. 

Bernard decidió trasladarse a vivir a Botswana en 1990 y, también, convivir durante cuatro años con unas familias bosquimanas para escribir un libro que es hoy una buena referencia para conocer las costumbres y formas de actuar de este pueblo tan singular.



Bernard cree que los occidentales pueden aprender mucho de las formas "altruistas" de los bosquimanos, así como de su sentido colectivo de supervivencia y organización social.

El credo social de los bosquimanos les lleva a compartir y a cuidar a los demás.  Su falta de codicia, de envidia y de ambición material más allá de sus necesidades diarias hacen que los bosquimanos sean unas personas de una clase muy especial.  La convivencia se rige por reglas no escritas que hacen que todos vivan en un ambiente de armonía y amistad.  

Los grupos están formados por, entre 80 y 120 personas, que viven y se desplazan juntas.  Ningún miembro del grupo es mas rico o tiene mas jerarquía que otro.  Los grupos tienen un líder que suele ser el cazador mas experto.  Como hemos dicho antes, todos los integrantes tienen voz en la toma de decisiones, que a menudo asumen después de apasionados debates en los que todos aportan su opinión.

Es una delicia verles cómo trabajan y cazan en equipo, sin parar de hablar todos con todos utilizando uno de los idiomas mas complejos del mundo, buscando en todo momento el consenso sobre la aportación mas eficaz para conseguir sus objetivos.  La demostración de esto se produjo cuando cazaron un gran escorpión refugiado en una madriguera subterránea.


Fotografía realizada por Vicente Fernández


Fotografía realizada por Vicente Fernández

También comprobamos cómo utilizan la boca para inmovilizar  a los venenosos escorpiones que abundan el la tierra del Calahari. 

El estilo de vida basado en la caza y en la recolección implica un conocimiento profundo del medio ambiente, de la flora y de la fauna. 

La mayor necesidad de los san es el agua, por lo que deben conocer cuales son las raíces y tubérculos que dan liquido para calmar la sed. Los san hacen pequeños pozos en el desierto que cubren con hierba.  En ellos conservan agua recogida en las épocas de abundancia que "envasan" en huevos de avestruz.  Cuando necesitan beber, sacan los huevos de agua con ayuda de una caña.



                                             Fotografía realizada por Vicente Fernández

En el campamento de turismo de Gidichaa, regentado por Bernard Horton, en la convivencia con una de estas familias san, hemos conocido  cómo los hombres (que se encargan de la caza) utilizan sus diminutos arcos y flechas de caña envenenadas ( emponzoñadas con plantas, serpientes y escarabajos), cómo detectan sus presas y cómo desarrollan su proceso de caza.  



     Fotografía realizada por Vicente Fernández



Incluso los niños son expertos cazadores y los hacen mediante pequeñas trampas para pájaros.

También hemos visto a las mujeres ayudadas por los niños recolectando nueces silvestres, bayas y tubérculos, incluso dentro de las heces secas de los elefantes. 

¡Un niño san puede conocer hasta 200 especies de plantas y las madres conocen mas de 300!.























Nos han mostrado los colgantes de abalorios y sus joyas tradicionales realizadas con cáscara de huevo de avestruz.  

También hemos disfrutado de su canto rítmico repetitivo y de la danza del trance de la curación bailada alrededor de la hoguera nocturna.   Las mujeres, los niños y los ancianos se sientan en el suelo y dan palmas a la vez que susurran unos cantos. Los mas jóvenes bailan en circulo alrededor de la hoguera de manera enérgica y rítmica. 



Pasada la noche, ya amanecido  recibimos una gran sorpresa ya que la familia san nos despidieron con una muestra más de proximidad y relación. Compartimos los juegos de las mujeres en los que se pasan una "pelota" mientras cantan y bailan..., risas, saltos a la comba y una especial alegría para animar el nuevo día




















Solamente nos quedaba ya el enfrentarnos a una despedida con una cierta amargura dados los lazos afectivos que los san habían generado en nosotros tras esta corta convivencia. Una vez en nuestro camión de regreso a la civilización, nos queda el suspiro de haber tenido el privilegio de pasado esta excelente experiencia. ¡Hasta siempre!


La organización First People of Kalahari lucha desde 1991 en Botsuana por los derechos de los san, por su auténtica forma de vida y, en especial, por su derecho a la propiedad de la tierra.

Más cosas sobre Botswana en este link en el que paseamos por el pueblo de Gweta y contamos cómo viven sus lugareños

http://blogdeviajesviajaryaprender.blogspot.com.es/2014/12/gentes-de-bostwana-un-paseo-por-el.html


Tampoco te pierdas este apasionante encuentro con la fauna salvaje en la Reseva de Moremi:

http://blogdeviajesviajaryaprender.blogspot.com.es/2014/12/la-reserva-de-fauna-de-moremi-en.html

¿Cómo es el viaje desde Livingstone (Zambia), hasta Kasane (Bostwana)?


Nos trasladamos en avión desde el aeropuerto de Johannesburgo hasta el de Livingstone, en Zambia.
 El guía Alex y un conductor nos estaban esperando a la salida del aeropuerto de Livingstone desde donde nos llevaron al centro de la ciudad.  


Después de una breve parada de avituallamiento en la calle principal de la ciudad, la Mosi-oa-Tunya Rd., nos dirigimos a la entrada de las cataratas Victoria por el lado de Zambia.  

Un fantástico paseo a pie por los acantilados de este lado Del Río Zambeze, nos permitió tomar contacto con este grandioso fenómeno de la naturaleza que son las Cataratas Victoria. Al estar en temporada seca, el caudal de agua en los saltos durante la visita era muy limitada.




Posteriormente, tras un breve trayecto en coche, nos dirigimos a la aduana para abandonar Zambia y cruzar el río en barca hasta llegar a la frontera de Botswana. 

La aduana presenta a esta hora un aspecto caótico, los transbordadores y barcas de pasajeros no dan abasto para trasladar al otro lado del río todos los vehículos que se agolpan en la aduana, en Zambia. Largas colas de camiones cargados no permiten ninguna ventaja a los vehículos más ligeros que intentamos colarnos entre estas moles y pasar sin esperas.

A las tres en punto de la tarde, nos dirigimos al emblemático punto fronterizo de los cuatro países: Zambia, Namibia, Botswana y Zimbabwe. Para hacerlo más peculiar si cabe, este punto de intersección de los cuatro estados se encuentra en el centro del río Zambeze, muy cerca de la confluencia de su afluente, el río Chobe.

 


Por fin cruzamos el río Zambeze y entramos en Bostwana en una pequeña embarcación que hizo el transbordo para nosotros por el punto fronterizo de Kazungula y, a continuación, nos hicieron pasar por el rutinario control de enfermedades para entrar en el país.  

Por una carretera bien asfaltada, atravesamos la ciudad de Kasane y cambiamos de vehículo para hacer, en un 4X4, una parte de "Livingstone Trail", una amplia senda seguida por Livingstone para descubrir las cataratas Victoria.


Al atardecer se produce nuestro primer contacto con la fauna africana al entrar en el “Valle de los Elefantes”.  Encontramos: aves, elefantes, impalas, jirafas, monos,... todos ellos iluminados por una espléndida luz del sol en su ocaso.


 














Nos alojamos en el Walter Bushcamp, en la Extensión Forestal de Kasane, una zona limítrofe con el Parque Nacional de Chobe.  El Bushcamp consta de cinco chalets en plataformas elevadas y tiene vistas sobre una charca de agua regularmente visitada por todo tipo de animales.



Nosotros tuvimos la suerte de presenciar: monos, un antílope sable, impalas, aves y... hasta ocho jirafas. ¡Todo un entretenimiento durante la cena y el desayuno del día siguiente!