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¿Cómo pasar un magnífico día en Bostwana, en compañía de unos bosquimanos de una familia "san"?

En Botswana viven más de 45.000 nativos Basarawa o bosquimanos (del afrikaans, boschjesman, "hombre del bosque"), fundamentalmente viven en el desierto del Kalahari, donde se establecieron hace  20.000 años. 



Conocida también con los nombres de san y khoisan, es una de las etnias más ricas que, junto con los pigmeos, son razas pre-negríticas con más de 100.000 años de existencia, las más antiguas de Africa.

Son, desde la antigüedad, cazadores-recolectores, y hablan alguna de las lenguas koisanas, caracterizadas por incorporar un amplio repertorio de chasquidos y cliqueos.


Los bosquimanos constituyen un grupo antropológico totalmente aparte. Algunos estudiosos han llegado a preguntar si no procedían de una rama distinta del homo sapiens y si no tendrían una ascendencia diferente al resto de la humanidad.

De estatura pequeña, sin llegar a ser enanos como los pigmeos, presentan numerosas características "infantiles" tales como la ausencia de barba y finos rasgos en la cara.  Su color de piel, algo amarillento, hizo que se les atribuyera un origen asiático ... pero esta hipótesis ha quedado totalmente abandonada, ya que jamás se han encontrado huellas de tal migración.  Las características físicas de los bosquimanos son a la vez africanas y mongoloides: pómulos salientes, cabellos rizados en "granos de pimienta", ojos rasgados y almendrados...

Parece cierto que, desde la edad de la piedra tallada hasta cerca del siglo XV, los bosquimanos fueron los únicos pobladores del Africa al sur del río Zambeze. 

Numerosas pinturas rupestres, algunas con varios milenios, prueban su antigüedad en estas regiones.  Las pinturas cubren las paredes rocosas y el interior de las grutas que habitaban, en lugares elevados, permitiendo vigilar la proximidad de enemigos o de animales.  Las escenas de caza, los animales y los ritos están muy ampliamente representados en estas pinturas.


A lo largo del s. XVII, los navíos holandeses trajeron nuevos inmigrantes desde la ruta del Cabo de Buena Esperanza. Aquéllos fervientes protestantes penetraban por la selva con la Biblia en una mano y el fusil e la otra y amenazaron seriamente la supervivencia de los pequeños cazadores amarillos. Los terrenos que eran explotables para los colonizadores, eran los de caza de los aborígenes y los bosquimanos veían cómo su caza huía ante los blancos, que roturaban, instalaban ganado y diezmaban las manadas de antílopes con sus armas de fuego.



















Entonces, los bosquimanos fueron empujados hacia el norte, la única dirección posible para encontrar nuevas tierras donde cazar, ya que la caza era su único medio de existencia. Muchos perdieron su vida en este miserable éxodo, en el curso del cual tuvieron que abandonar a los mayores y más débiles. Sus últimas regiones, como ésta en la que estuvimos, en el desierto del Kalahari, de las que nadie les ha echado, lo son porque en ellas, ni los blancos ni los negros podrían criar ganado o cultivar la tierra.  Hoy en día, los bosquimanos todavía viven en las zonas desheredadas de esta zona de África, ya que se adaptaron perfectamente al desierto y aprendieron a sobrevivir a las condiciones y al clima mas extremo: el calor y el sol implacables en invierno y las fuertes lluvias e inundaciones en verano.

Después de unos días en el Delta del Okavango, nos dirigimos a la región del Kalahari en un camión especial, a través de pistas de arena.  En dirección a un campamento de tiendas de campaña que será nuestro punto de encuentro con los bosquimanos.



Una vez allí, intercambiamos muchas historias con Bernard Horton, escritor y empresario galés, famoso por su pericia con arco para cazar grandes animales africanos y por haber fabricado y comercializado una eficaz ballesta de caza. 

Bernard decidió trasladarse a vivir a Botswana en 1990 y, también, convivir durante cuatro años con unas familias bosquimanas para escribir un libro que es hoy una buena referencia para conocer las costumbres y formas de actuar de este pueblo tan singular.



Bernard cree que los occidentales pueden aprender mucho de las formas "altruistas" de los bosquimanos, así como de su sentido colectivo de supervivencia y organización social.

El credo social de los bosquimanos les lleva a compartir y a cuidar a los demás.  Su falta de codicia, de envidia y de ambición material más allá de sus necesidades diarias hacen que los bosquimanos sean unas personas de una clase muy especial.  La convivencia se rige por reglas no escritas que hacen que todos vivan en un ambiente de armonía y amistad.  

Los grupos están formados por, entre 80 y 120 personas, que viven y se desplazan juntas.  Ningún miembro del grupo es mas rico o tiene mas jerarquía que otro.  Los grupos tienen un líder que suele ser el cazador mas experto.  Como hemos dicho antes, todos los integrantes tienen voz en la toma de decisiones, que a menudo asumen después de apasionados debates en los que todos aportan su opinión.

Es una delicia verles cómo trabajan y cazan en equipo, sin parar de hablar todos con todos utilizando uno de los idiomas mas complejos del mundo, buscando en todo momento el consenso sobre la aportación mas eficaz para conseguir sus objetivos.  La demostración de esto se produjo cuando cazaron un gran escorpión refugiado en una madriguera subterránea.


Fotografía realizada por Vicente Fernández


Fotografía realizada por Vicente Fernández

También comprobamos cómo utilizan la boca para inmovilizar  a los venenosos escorpiones que abundan el la tierra del Calahari. 

El estilo de vida basado en la caza y en la recolección implica un conocimiento profundo del medio ambiente, de la flora y de la fauna. 

La mayor necesidad de los san es el agua, por lo que deben conocer cuales son las raíces y tubérculos que dan liquido para calmar la sed. Los san hacen pequeños pozos en el desierto que cubren con hierba.  En ellos conservan agua recogida en las épocas de abundancia que "envasan" en huevos de avestruz.  Cuando necesitan beber, sacan los huevos de agua con ayuda de una caña.



                                             Fotografía realizada por Vicente Fernández

En el campamento de turismo de Gidichaa, regentado por Bernard Horton, en la convivencia con una de estas familias san, hemos conocido  cómo los hombres (que se encargan de la caza) utilizan sus diminutos arcos y flechas de caña envenenadas ( emponzoñadas con plantas, serpientes y escarabajos), cómo detectan sus presas y cómo desarrollan su proceso de caza.  



     Fotografía realizada por Vicente Fernández



Incluso los niños son expertos cazadores y los hacen mediante pequeñas trampas para pájaros.

También hemos visto a las mujeres ayudadas por los niños recolectando nueces silvestres, bayas y tubérculos, incluso dentro de las heces secas de los elefantes. 

¡Un niño san puede conocer hasta 200 especies de plantas y las madres conocen mas de 300!.























Nos han mostrado los colgantes de abalorios y sus joyas tradicionales realizadas con cáscara de huevo de avestruz.  

También hemos disfrutado de su canto rítmico repetitivo y de la danza del trance de la curación bailada alrededor de la hoguera nocturna.   Las mujeres, los niños y los ancianos se sientan en el suelo y dan palmas a la vez que susurran unos cantos. Los mas jóvenes bailan en circulo alrededor de la hoguera de manera enérgica y rítmica. 



Pasada la noche, ya amanecido  recibimos una gran sorpresa ya que la familia san nos despidieron con una muestra más de proximidad y relación. Compartimos los juegos de las mujeres en los que se pasan una "pelota" mientras cantan y bailan..., risas, saltos a la comba y una especial alegría para animar el nuevo día




















Solamente nos quedaba ya el enfrentarnos a una despedida con una cierta amargura dados los lazos afectivos que los san habían generado en nosotros tras esta corta convivencia. Una vez en nuestro camión de regreso a la civilización, nos queda el suspiro de haber tenido el privilegio de pasado esta excelente experiencia. ¡Hasta siempre!


La organización First People of Kalahari lucha desde 1991 en Botsuana por los derechos de los san, por su auténtica forma de vida y, en especial, por su derecho a la propiedad de la tierra.

Más cosas sobre Botswana en este link en el que paseamos por el pueblo de Gweta y contamos cómo viven sus lugareños

http://blogdeviajesviajaryaprender.blogspot.com.es/2014/12/gentes-de-bostwana-un-paseo-por-el.html


Tampoco te pierdas este apasionante encuentro con la fauna salvaje en la Reseva de Moremi:

http://blogdeviajesviajaryaprender.blogspot.com.es/2014/12/la-reserva-de-fauna-de-moremi-en.html