Egipto: templos de Karnak y Luxor

Segundo capítulo basado en el relato escrito por nuestro compañero y amigo Javier Pérez Sousa sobre de nuestro viaje al corazón de Egipto, un formidable trabajo titulado "EN LA TIERRA DE LOS DIOSES VENIDOS DE LAS ESTRELLAS"  

https://www.icai.es/wp-content/uploads/2023/02/EN-LA-TIERRA-DE-LOS-DIOSES-VENIDOS-DE-LAS-ESTRELLAS-21-1-23.pdf

Con el máximo respeto a sus contenidos y contando con su autorización, reproducimos párrafos íntegros en cada uno de los posts que sobre Egipto vamos a ir editando en sucesivas entregas.  He ilustrado los textos con fotografías que yo mismo fui tomando en los diferentes lugares que se describen por el cronista.  


"El río Nilo atraviesa, como un milagro, el inmenso desierto del norte de África. A sus orillas llegaron los primeros humanos que se maravillaron de la vida que surgía cíclicamente en sus riberas y paso a paso también se produjo el milagro de la civilización. Muchos arqueólogos-astrónomos modernos están convencidos de que la astronomía egipcia conocía el desplazamiento de las estrellas producido por el ciclo del eje de la tierra cada ¡25 mil años!. Entonces nos preguntamos, ¿Cuándo empezó todo?.

No lo sabemos, pero, con seguridad, mucho antes de todo lo que hasta hoy conocemos. Aquellos hombres miraban al cielo del desierto cuajado de estrellas y veían en el río sideral de la vía láctea, el río de los dioses reflejo del río de los hombres, un río inalcanzable e inmutable y a tientas, trataron de desvelar el misterio de su existencia durante muchos miles de años. En ese esfuerzo de búsqueda y creación construyeron cosas inimaginables y articularon un hermoso y complicado universo virtual como refugio al caos de la vida y a los interrogantes de su existencia. 

Se dice que Luxor es el museo al aire libre más grande del mundo, pero esta afirmación se queda corta para describir un lugar tan extraordinario. Comprobamos que nada en el mundo antiguo podía compararse con el esplendor de la antigua Tebas. 


El entorno impresiona por su belleza, con el Nilo, que fluye entre la ciudad y la necrópolis de la orilla occidental, arropado por el enigmático fondo de las ocres colinas tebanas. No es de extrañar que Tebas fuera descrita por el poeta griego Homero como la ciudad de las cien puertas, y que Luxor en árabe signifique “la ciudad de los palacios”. Los templos de Luxor y Karnak forman un dúo monumental dedicado al dios creador Amón y fueron construidos mil quinientos años AC, cuando el antiguo Egipto sacó energía para expulsar a sus invasores e inaugurar el Reino Nuevo. ¿Podemos tan siquiera imaginar la grandiosidad de la avenida que unía ambos templos flanqueada por 700 esfinges? 

Hoy solo quedan unas pocas, pero suficientes para estimular nuestra imaginación, cerrar nuestros ojos y ver la procesión de la barca solar, con el faraón, los sacerdotes y todo el pueblo acompañando a la tríada en su viaje sagrado.




Muchos fueron los faraones que engrandecieron estos templos: Ahmosis I el fundador, luego los Amenofis y el monoteísta Akenaton, padre del faraón más famoso de nuestra época: Tutankamon 




Nosotros hicimos nuestra “procesión turística” de Karnak a Luxor, llegando a este último a la caída de la tarde, admirándolo con las luces del crepúsculo y las luminarias de Júpiter y Marte sobre las altas columnas. ¿Se podía pedir más? 




Y al volver a nuestro barco, el confortable ACAMAR, recordamos como toda aquella grandeza humana fue a la larga efímera, al final destruida por las invasiones y poco a poco sepultada por el desierto y el olvido hasta la llegada de los primeros europeos. 

También dejar aquí un homenaje al primer europeo que llegó y exploró el Nilo hasta sus fuentes, un español, jesuita de Toledo, Pedro Páez Xaramillo, explorador, sacerdote, políglota, un hombre increíble nacido en 1564. ¡Asombrosa su historia! 


     Textos: Javier Pérez Sousa                                          Fotografía: Carlos Marcos

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