24 noviembre 2013

Istria en Croacia... Italia en sus raices

Once veces conquistada y repartida, la península de Istria ha llegado a formar parte, finalmente, del estado de Croacia. Aunque en su mayoría es croata de lengua y de tradición; sus paisajes, pueblos y monumentos nos recuerdan permanentemente a la vecina Italia.  

La península de Istria es parte del mar Adriático, el más romano de las mares y también el más transparente.  Un recorrido por la costa de Istria será la mejor forma de confirmar sus raíces romanas.


En Istria reposa un sustrato histórico de mil capas: restos del Imperio romano, la huella de 400 años de presencia veneciana, la posterior influencia del Imperio Austro-húngaro... etc.

Establecemos nuestra base en Opatija que con su decorado retro, aún recuerda que fue la cita de veraneo de la alta sociedad del Imperio Austro-húngaro en el siglo XIX  y una de las más importantes estaciones de reposo desde la antigüedad a la orilla del Adriático, con sus calas rocosas y sus aguas azul turquesa.

El Lungomare es un paseo muy recomendable a lo largo de la costa, junto a las pequeñas calas, construido en 1885 por los miembros del Club Turístico austriaco.




Opatjja salió del anonimato cuando unos científicos pusieron de manifiesto las cualidades curativas de su clima para el tratamiento de la tuberculosis. Unida por ferrocarril a Viena desde 1873, la nobleza comenzó a acudir a sus palacetes y casinos y, de esta forma, la cura de salud se convirtió en un buen pretexto para pasar unas buenas vacaciones

En Istria, la península con forma de corazón, hay un intenso y permanente contraste entre la costa y el interior.  La costa, con pueblos de pequeños puertos que se asoman a las aguas de intenso azul, en los que resaltan los innumerables vestigios romanos y calles empinadas de ambiente veneciano.


En el interior, menos favorecido por la implantación de ciudades romanas y el comercio veneciano, predominan los paisajes verdes y las colinas.  Los pueblos fueron ocupados por los primeros habitantes de Istria, los histros y están fortificados en su mayoría. Hoy presentan un aspecto medieval sobre cerros con vistas panorámicas.



En el interior, os voy a recomendar un pequeño pueblo medieval de Moscenice, laberíntico, de cassa imbricadas entre sí y calles cerradas en un laberinto incomprensible de pasadizos y puertas










De nuevo en la costa, la ciudad fortificada de Rovignj, pequeña joya de Istria, la Saint-Tropez del Adriático, con sus estrechas callejuelas mágicas de ambiente veneciano, con numerosas casas que acumulan épocas y estilos, desde la Edad Media al barroco.  

En la ciudad más veneciana de Istria, la iglesia de Santa Eufemia domina la ciudad y ofrece una vista espectacular del Adriático.  Su campanario, de 63 m de altura, está edificado según el mismo plano que el Campanile de la catedral de San Marcos en Venezia.


Los desniveles de sus tortuosas calles, el matizado cromatismo de sus fachadas, hacen que un paseo por la parte alta de la vieja ciudad sea de lo más gratificante.






















En la ciudad de Porec, la más importante de Istria,  se encuentra la basílica bizantina  mandada construir por el obispo Eufrasio en el siglo VI, según un plano que reunía sobre un mismo eje el baptisterio, el atrio y la basílica de tres ábsides. El ábside está decorado con deslumbrantes mosaicos de estilo greco-romano y de inspiración cristiana que nos recuerdan a Ravenna.




















En Porec, que se constituyó en colonia romana en tiempos de los primeros emperadores con el nombre de Iulia Parentium, todavía hoy, sus dos calles principales ostentan los nombres de Decumanos y Cardo Maximus.

La ciudad de Pula, la romana,  la antigua Polensium, se encuentra en la punta sur de la península y mantiene todo su esplendor romano casi intacto. Entre sus símbolos romanos destaca el fantástico anfiteatro romano de Augusto, de tres plantas, construido en piedra blanca de las canteras de Istria, al mismo tiempo que el Coliseo de Roma.  Hubo en este lugar combates de gladiadores hasta 404 d.C. y tenía capacidad para 20.000 espectadores.












La parte más antigua de la ciudad sigue el antiguo trazado urbano romano basado en círculos concéntricos alrededor de la ciudadela central.



Muy importantes en Pula son, también:


El arco del triunfo de los Sergios, del s I a.d.C, también conocido como la Puerta Dorada. Lar numerosas ruinas romanas que se encuentran por toda la ciudad







Y la plaza del Foro con el templo de Augusto, construido en los primeros años de nuestra era, que dispone de un pórtico de 6 columnas corintias que da al antiguo foro romano.  En esta plaza, se encuentra el ayuntamiento de Pula

Regresamos a nuestro hotel en Opatija y me despido con esta fotografía de los barcos en el puerto deportivo de esta ciudad.



Paseando por el paseo marítimo de Opatija, nos entretenemos en leer los nombres de las estrellas que representan lo más importante de las artes, las letras y las ciencias de este país.  Y allí estaba uno de mis personajes preferidos Nikola Tesla... nada menos que el inventor de la corriente alterna, uno de los elementos esenciales para comprender la evolución de la humanidad.


Para todos aquéllos interesados en este inventor, os dejo la anécdota sobre cómo Tesla se pensó que había inventado la "Máquina de hacer Terremotos". Si os gusta, me lo comentáis en esta entrada de mi blog.

"Un tranquilo día de 1898 los vecinos de varios bloques de edificios de Manhattan de los concurridos barrios Chino e Italiano empezaron a experimentar un temblor que pronto comenzó a sacudir todos los edificios y romper cristales, provocando que la gente saliera asustada a las calles de Nueva York. La policía, tras comprobar que el temblor se circunscribía solo a aquella pequeña parte de la ciudad y sospechando de quién podía ser el causante, enviaron a dos de sus agentes al número 46 de la calle East Houston. Justo antes de entrar en el edificio notaron que el temblor cesaba, y al traspasar la puerta de un laboratorio, los recibió un hombre alto y delgado, con bigote, elegantemente vestido, y armado con un martillo, diciéndoles “Caballeros, lo siento. Han llegado tarde para contemplar mi experimento. He visto necesario detenerlo de forma súbita y inesperada… ” y añadió mirando el martillo “ y de una forma inusual”. Este hombre era Nikola Tesla, el genial inventor que nos dio, entre otras cosas, la corriente eléctrica alterna gracias a la cual estás leyendo esto.


El causante de aquel incidente había sido un pequeño oscilador electromecánico con el que Tesla estaba experimentando aquel día para su investigación en la resonancia mecánica. Tras colocarlo sobre un pilar de su laboratorio, la vibración provocada comenzó a extenderse por los subterráneos del edificio hacia los edificios colindantes creando el caos entre sus vecinos. Tan absorto y fascinado estaba que hasta que no notó que todo su laboratorio estaba temblando no decidió finalizar el experimento de forma contundente dándole un martillazo al oscilador.

Otro de sus experimentos se lo relataría algunos años después a un periodista. Esta vez Tesla decidió experimentar fuera de su laboratorio y tras localizar un edificio en construcción en el barrio de Wall Street, que aún era un esqueleto de metal, colocó el oscilador sobre una de las vigas y lo activó. En pocos minutos toda la estructura de diez pisos del edificio empezó a vibrar, asustando a los trabajadores y provocando de nuevo que la policía hiciera acto de presencia. Antes de que nadie se pudiera dar cuenta de lo que pasaba, Tesla desactivó el dispositivo, se lo guardó en el bolsillo y continuó su camino. En la misma entrevista el inventor aseguró que en menos de una hora podría derribar el puente de Brooklyn, y llego a afirmar que con una máquina adecuada y dinamita, sería capaz partir la Tierra en dos. Esta claro que Tesla siempre pensaba a lo grande.
No se sabe a ciencia cierta si estos episodios ocurrieron tal cual o estaban magnificados por Tesla, aficionado a hacer grandes aseveraciones sobre sus investigaciones, pero así nos lo relata Margaret Cheney en una de las mejores biografías hechas sobre el inventor, Tesla: The Man Out of Time, que tiene edición en español (prologada por uno de los fans letales de Tesla que es Nacho de Microsiervos). En un episodio del año 2006 del programa Cazadores de Mitos intentaron reproducir el experimento de varias formas, pero con el experimento final sobre el puente Carquinez solo consiguieron provocar una vibración que se podía sentir a cierta distancia, pero nada parecido a un terremoto. Si llegó a crear o diseñar realmente aparatos con esa potencia, probablemente nunca lo sepamos y quede como uno de los tantos misterios que rodean a este genio.

Para aquellos que quieran intentar emular a Tesla, existe un libro con el rimbombante titulo de Nikola Tesla’s Earthquake Machine: With Tesla’s Original Patents Plus New Blueprints to Build Your Own Working Model,  que parece dar las claves para construirlo, pero creo que, salvo que te creas las peregrinas teorías conspirativas sobre los terremotos ocurridos los últimos años que circulan por la red,  por ahora nadie lo ha conseguido

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