Jaipur fue fundada en 1727 por un príncipe erudito, Jai Singh II, apasionado por la astronomía. Este príncipe diseñó Jaipur con un urbanismo precursor, con amplias avenidas a diferencia de la gran mayoría de ciudades hindúes. El diseño original consistía en seis manzanas rectangulares que estaban rodeadas por una muralla defensiva, tal y como se establecía en el Shilpa-Shastra, un antiguo tratado hindú sobre arquitectura y urbanismo. Las construcciones dentro del recinto amurallado tenían que ser de color rosa, decoradas con motivos en blanco.
No se puede entender Jaipur, ni esta zona de la India, sin saber quiénes era los maharajás. Rudyard Kipling decía, al hablar de los maharajás, que: "estos hombres han sido creados por la Providencia a fin de proveer al mundo de decorados pintorescos, historias de tigres y espectáculos grandiosos". Los maharajás, cuyo título significa "gran rey" eran príncipes locales.
En este país místico, se atribuía el poder de los maharajás a un origen divino, merecían, por tanto, todo el respeto y obediencia de sus súbditos. Estos súbditos no protestaban ante las importantes cargas e impuestos que les aplicaban sus príncipes locales. Entre los tributos destacaba el pago del peso del soberano en oro. La gloria del príncipe se ponía de manifiesto en las múltiples festividades religiosas y populares que se organizaban en su honor.
En 1947, la independencia hizo sonar la campana final de su poderío. Sin embargo, el Estado hizo concesiones a los maharajás con el fin de que aceptasen integrar pacíficamente sus reinos en la Unión, ya que los 565 maharajás que todavía reinaban en 1947 poseían, entre todos ellos, un tercio del territorio de la India y gobernaban a la cuarta parte de su población.
Su período de fasto no sobrevivió al imperio británico, ya que la República India no podía tolerar privilegios tan desorbitados. Hasta la Segunda Guerra Mundial, el mundo entero estaba al corriente de sus extravagancias.
Cada barrio de la Ciudad Rosa es la sede de alguna actividad o comercio:
- El Johari Bazaar es el barrio de la plata y las piedras preciosas
- El Tripolia Bazaar, el de los objetos de latón y utensilios del hogar
- El Bapu Bazaar, el de los perfumes, los tejidos y los zapatos de piel de camello
- El Chandpol Bazaar, el de las baratijas
- El Suraj Pole Bazaar es el de los elefantes
Recuerdo haber recorrido el centro de la ciudad en rishaw, una taxi-bicicleta conducido por un alto y desgarbado hindú, muy atento. El fue nuestro transportista y guía por el centro de la Ciudad Rosa.
En el centro de la ciudad está el complejo palaciego de la Ciudad Palacio, cuyo exponente más emblemático es el Hawa Mahal o Palacio de los Vientos, magnifico ejemplo del arte rajput. Aunque solo tiene dos pisos, su curiosa fachada roja de cinco pisos de diferente anchura está agujereada por multitud de aberturas (953 ventanas) protegidas por pantallas semi-octogonales de piedra calada finamente labradas a través de las cuales, las personalidades de la corte y las mujeres del harén podían contemplar la vida cotidiana, los espectáculos y fiestas de la calle... al abrigo de miradas indiscretas. Fue construido en 1799 por Lal Chand Usta como pedido del maharajá Sawai Pratap Singh, que quería una extensión de la cámara de las mujeres destinada al harén.
A algunos kilómetros de Jaipur, Amber, abandonada cuando el maharajá Jai Singh II fundó Jaipur y decidió instalarse allí. Se trata de una ciudad escalonada en terrazas sobre una colina que está coronada por una antigua fortaleza conocida como el Fuerte Amber, que fué construido por el maharajá Man Singh en 1592.
A lo largo de 150 años el palacio fue modificado por las dinastías reinantes, hasta que en 1727, con la decadencia del poder mogol, Jai Singh II pensó que había llegado el momento de trasladarse a la llanura, a la ciudad de Jaipur que él mismo había diseñado.Me queda, cómo no, el recuerdo de esa subida a lomos de elefante a la colina presidida por el Fuerte. A "los mandos" del elefante, un niño de apenas 12 años equipado de un tosco artilugio en forma de gran garfio acabado en una afilada punta con la que golpeaba al elefante en la mismísima testuz.
Quizás, también con el encuentro con este shadu de Amber que veis en la foto, con el típico pelo largo y con la cara y el cuerpo pintado de colores. Se trata de uno de tantos místicos del hinduismo. Los shadus han renunciado a los placeres mundanos y se dedican a la meditación y a la vida contemplativa, practican yoga, llevan una vida de monjes errantes, lo poco que comen o tienen lo obtienen de la caridad. Son bastante respetados y se les permite el uso de hachís y cannabis pese a que su consumo es ilegal en India.
El estilo de vida sadhu corresponde con la última, y cuarta, de las etapas en la vida de un hinduista, que se estructura de forma que las personas que practiquen esta religión deben pasar primero por los estudios, luego por ser padres, más tarde peregrinos y por último sadhus. Esta última etapa es un paso previo para alcanzar el Nirvana antes de la muerte y posterior reencarnación.
Mi historia de este viaje:
En 1979, Begoña, filóloga inglesa y aragonesa recibe una propuesta interesante de Manolo Buitrón, el emprendedor, creador y dueño de la mayorista Politours, que quiso compartir con sus amigos más directos antes de dar su aceptación. Se trataba de el ofrecimiento de un trabajo como guía-acompañante de grupo del ya entonces famoso y largo recorrido de Politours a India, Nepal, Thailandia y Cachemira.
Comprometidos en ayudar a Begoña en su tarea, Álvaro, Cristina, Juancho, Carmen y yo nos constituimos en el grupo acompañante de la guía-acompañante de grupo. De esta manera, nos embarcamos en este apasionante recorrido que nos permitió conocer ciudades como: Nueva Delhi, Agra (con Sicandra y Fatehpur-Sikri y la descrita Jaipur, todas ellas en la India. En Nepal, el Valle de Kathmandu con Pashupatinath, Bodnath, Bhadgaon, Swayambunath y Patan. En Thailandia, Bangkok y alrededores.
Una situación de over-booking en el aeropuerto de Bangkok nos hizo asumir el riesgo de realizar nuestro regreso a Delhi a través de Calcuta. Aprovechamos las 14 horas de escala en esta desconocida ciudad para conocer los lugares más emblemáticos de Calcuta.
La última etapa del viaje, Srinagar, capital de Cachemira y el Lago Dal en la que disfrutamos de la estancia en las famosas casa barco ancladas a las orillas del lago, se describe en otro pose de este blog, que espero que también os guste
Que buenas las fotos!
ResponderEliminarMe gustaría saber más sobre los lugares emblemáticos de Calcuta y de las demás paradas de vuestro viaje.
Carlos
la chica de la foto me recuerda a alguien pero mucho! casi me veo en el espejo y digo, leñe, si soy yo! enhorabuena por el blog. Si quieres y te interesa el mundo de las series de ficción, puedes ver el mío, aunque últimamente lo utilizo poco (hay que tener tiempo, ains, ese tesoro!)
ResponderEliminarhttp://johndemol.lacoctelera.net/
y, por cierto, espero que hagas la totalidad de tu guía turística, es decir, que recorras en este blog los 60 países. Y nosotros nos dedicaremos a buscar "las 7 diferencias" entre entonces y ahora (jeje)
ResponderEliminarTeresa, mantengo el reto de llegar a describir lugares e historias de más de sesenta países. El ritmo es bastante bueno hasta ahora con una media de dos lugares por semana y con una cobertura hasta la fecha de 8 países en 9 entradas
ResponderEliminarCon toda seguridad regresaré a la India ya que es un país emocionante, lleno de lugares muy atractivos desde la perspectiva de este blog. Tengo en mente Srinagar en Cachemira, Calcuta y, quizás, Delhi, Agra...
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