17 agosto 2019

Un divertido día de bodas en Kaunas con final en la Colina de la Cruces



Kaunas es la antigua capital de Lituania y está situada en la confluencia de los mayores ríos de Lituania, Neris y Nemunas, junto al lago Kaunas.

Es muy fácil de recorrer, basta con pasear por la Ciudad Vieja, por la típica calle Vilniaus Gave hasta llegar a la Plaza del Viejo Ayuntamiento, el auténtico corazón de la ciudad.  

El Ayuntamiento, de bellísima estampa, popularmente conocido como "El Cisne Blanco", comparte plaza con la Iglesia de la Santísima Trinidad y todo ello forma un conjunto armónico, lleno de vida y muy bien conservado a pesar de las sucesivas ocupaciones de la ciudad.

Una mañana de sábado, en verano, es una fecha muy apropiada para celebrar bodas y, es entonces cuando esta plaza se llena de vida, diríamos que todo lo que en ella pasa es todo un espectáculo, con el Ayuntamiento actuando de fotogénico telón de fondo.



En este biotopo natural de novios, padrinos, damas de honor, familiares y amigos... en un sábado cualquiera del mes de julio, se produjo una inesperada perturbación, la incursión de un grupo de viejos moteros con sus "Harleis".



Es intersante contemplar lar recciones de ambos colectivos, los partcipantes en las ceremonias matrimoniales y los moteros invasores, al coexistir en el mismo espacio. El atractivo de las motos es evidente, si tomamos como referencia estas fotografías:



















Aunque también vemos algunas personas a las que, aparentemente, no les hace tanta gracia este espectáculo:

 










Desde Kaunas, nos dirigimos hacia la misteriosa Colina de las Cruces (Kryžių kalnas) en Siauliai, donde los peregrinos acuden a depositar sus cruces y rosarios desde el siglo XIV.  Estas cruces se construyeron, originalmente, como monumentos a los fallecidos o con un sentido espiritual, pidiendo favores a Dios o, agradeciendo los ya recibidos.


Este acto es todo un signo de identidad religiosa y nacional, a pesar de la destrucción del lugar en numerosas ocasiones por los diferentes ocupantes extranjeros. 

Se tarta de un montículo plantado de cientos de miles de cruces, rosarios y otras imágenes religiosas.  Es un lugar de una estética horrorosa pero de imprescindible visita por el elevado simbolismo que representa: la fe invencible, la esperanza y el sufrimiento del pueblo lituano, ante todo frente al poder soviético. El lugar nos muestra la fuerza del catolicismo en este país.

Las primeras cruces aparecieron en la colina tras la dura represión de los levantamientos de 1831 contra la Rusia zarista. A finales del s.XIX había 150 cruces grandes; en 1914, ya eran 200. Durante los años de pertenecia a la Unión Soviética, esta enigmática loma se convirtió en escenario de una batalla simbólica.

En 1961, por primera vez, las fuerzas comunistas consiguieron arrasarla ya que declaró este lugar como un símbolo religioso innecesario.  Pero las cruces reaparecieron poco después. En 1973 y en 1975, se arrasó de nuevo, pero la Colina de las Cruces siempre renacía de los escombros después de cada ataque y con mayor fuerza si cabe.

En septiembre de 1993, el Papa Juan Pablo II visitó el lugar y bendijo desde este allí al incipiente estado lituano. 

Hasta allí peregrinaban los recien casados a depositar su crucifijo como ofrenda y como presagio de un largo y enriquecedor matrimonio.



Todos, todos... recordarán el lugar dónde clavaron el crucifijo con su nombre y sus buenos deseos expresados con ocasión de esta visita.



La técnica de las cruces tradicionales, llamada Kryzdirbystè, es una rama única del arte tradicional lituano.  En el año 2001, fue inscrita en la lista de patrimonios espirituales mundiales de la UNESCO


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